Todo empresario, por excelencia, debe ser un emprendedor. Dado, que es la persona, quien tiene a su cargo asumir y absorber el riesgo de la creación de una organización, así como el impacto, evaluación y seguimiento de los resultados del emprendimiento.
No necesariamente un emprendedor debe ser empresario, porque su emprendimiento lo puede realizar al interior de una empresa, universidad, gobierno, colegio, iglesia, institución de ayuda a la comunidad y/o cualquier otra organización. Es más, todo profesional debe ser un emprendedor, por su condición de profesional, tenga o no un título. Porque además del comportamiento ético, se espera que un profesional sea creativo, innovador y, hasta explorador, de tal forma que pueda y promueva el emprendimiento de proyectos de diversa índole.
El emprendedor… emprende
El emprendedor… emprende, es creativo y por lo tanto está siempre navegando en el poco calmado mar del cambio, los avatares cotidianos y las vertiginosas transformaciones de las sociedades modernas. Aunado a lo anterior, tenemos que debe ser ético, y debe, además, preocuparse de la responsabilidad social, porque de lo contrario, lo que se encontraría de frente, sería la figura de un mercenario, un oportunista o simplemente un delincuente. ¿Acaso no tenemos ejemplos de personas que siempre están pensando hacer algo para hacerse ricos, sin importar de que se trate?… Es necesario que pensemos en el emprender como una actividad limpia de distorsiones.
Algunos emprendedores serán empresarios y otros no
Algunos emprendedores serán empresarios y otros no. Aquí entramos en un terreno que tiene que ver con la esencia de las personas y la satisfacción de sus necesidades psicológicas. Algunas personas pueden desarrollar todo su potencial como empleados al interior de la organización y tener plenamente resueltas esas necesidades, otros necesitamos (o creemos necesitar) seguir un camino independiente.
Es importante reiterar que no se trata de mitificar el camino de la independencia, que cualquiera sea la relación o dinámica laboral, que nos sustenta, siempre y cuando, cumpla con nuestras expectativas, proyecciones, necesidades y satisfacciones, la una no debe hacer mella en la otra, por tanto, está bien ser empleado de una organización o ser empresario. Hay profesionales con una buena carrera en una empresa que se ilusionaron con la opción empresarial, renunciaron a lo que tenían y luego de grandes pérdidas, incluso familiares, se dieron cuenta que no era lo que ellos querían. Hay otros que han hecho una buena labor introspectiva y tienen claro lo que quieren.
Aquí conviene detenernos y reflexionar acerca de los por qué y para qué emprender, ¿es realmente mi esencia, la misión de mi vida, mi razón de ser? Es importante salir de la confusión antes de lanzarse al camino de la independencia. Estoy en desacuerdo con el llamado general a ser empresarios, aunque considero válido mostrar de qué se trata y señalar que cada persona debe buscar y desarrollar su esencia o su vocación. De igual forma, no resulta conveniente, el tipo de estrategia o llamados que invitan a “jugársela toda” en un tipo de emprendimiento que más parece una lotería. Es importante eso sí promover el emprendimiento porque eso contribuye, de manera eficaz, pertinente y viable al desarrollo del país y fomenta la creación del empleo, una forma de hacerlo es ayudar a los emprendedores con la infraestructura de apoyo: trámites rápidos y simples, incubadoras, entre otros.
Ser empresario…
Si la persona cree que su misión en la vida es ser empresario, entonces debería aplicarse con mucha responsabilidad, para sí mismo y su familia, porque se trata de un camino duro, muy riesgoso y donde la gran mayoría fracasa. Resulta curioso observar, que cuando partimos con una idea, y me incluyo, consideramos que la estadística de 99% de fracasos no se aplica a nosotros mismos, quizá porque nos creemos más inteligentes… ignorando que tal vez en lo único que nos diferenciamos de quienes fracasaron es en nuestra arrogancia.
La gran noticia es que quienes fracasan son tan inteligentes como nosotros y si les pasó a ellos, fácilmente nos puede pasar a cada uno de nosotros, eso significa tomar seriamente los resguardos para el peor de los casos, reitero, el peor de los casos, no solamente un escenario levemente pesimista donde ganamos menos que en otros.
En los estudios de proyectos se establecen generalmente tres escenarios: optimista, medio y pesimista. De esta forma es posible considerar, con atención y detenimiento, que en la mayoría de los proyectos de emprendimiento no se da ninguna de esas opciones, se da el peor de los casos, la opción de venta cero y pérdidas grandes que nos habíamos negado a reconocer. No establezco estos parámetros con el fin de desalentar, a quienes se encuentran embarcados o quieren embarcarse en estos procesos, sino con el fin de ayudar estimar, esta dura, realidad. En fin, el mensaje es correr riesgos controlados, aceptables, teniendo mucho cuidado con las cuentas alegres.
Se requieren valores…
Reconocer todos los escenarios implica el desarrollo de una cualidad central del empresario, la de funcionar con criterio de realidad, es decir, ser ubicado, aterrizado. Y no es lo único, los valores son vitales: ética, humildad, carácter, prudencia, capacidad de sacrificio, valentía, amistad, austeridad, honestidad, esperanza, perseverancia, confianza y muchos otros.
¿Qué tipo de independencia?
La decisión de ser independiente lleva a asumir desde ese momento una gran variedad de opciones, por ejemplo, del tipo: Ser independiente en nuestra profesión u oficio. No se trata realmente de crear una empresa y tiene un riesgo menor porque no se requiere de mucho capital. Es la opción de un consultor o de un programador de computadores que ofrece sus servicios por horas a empresas. En este caso se puede tener una pequeña oficina o trabajar desde la casa y mantener los costos a raya. Crear una pequeña empresa donde se administra el trabajo de otros y existe algún nivel de inversiones. Esto ya implica un nivel de complejidad mayor y riesgo, así como las habilidades para el trabajo específico de la empresa, y el liderazgo, el trabajo en equipo y sinergia de un grupo. Crear una sociedad, donde hay inversionistas, socios y empleados. La complejidad es todavía mayor, aunque se abren otras posibilidades de avance.
Largo sería enumerar las posibilidades, pro y contras de cada una de ellas y de otras variantes. Además, tampoco se trata de profundizar en las formas legales o tipos de sociedades (unipersonal, Ltda., S.A.) de una u otra opción. Así como es necesario descubrir nuestra esencia para la vida independiente, también lo es, en una sintonía más fina, determinar el tipo de independencia. Además, es necesario evitar algunos errores frecuentes: Creer que porque uno ha sido un ejecutivo exitoso, le será más fácil o sabe más. Es una realidad tan diferente a la independencia que hablamos de paradigmas diferentes, y ya sabemos que cuando un paradigma cambia, todo comienza de cero, no sirve la experiencia anterior, es más, puede resultar un lastre. Creer que el centralismo es la solución o que sólo se puede emprender en ciudades grandes. En realidad, podemos ver excelentes experiencias en todas partes.
¿Qué emprender?
Resulta de gran atención, los innumerables consejos en este sentido: dedíquese a esto,… o a lo otro, … basado en una observación puntual o en un área emergente que ignora por completo nuestras fortalezas. Hoy el mundo es muy complejo y no existen áreas de fácil desarrollo, es indispensable construir sobre nuestra esencia y preparación, como dice la Desiderata “En el fortuito caminar de los tiempos… concéntrate en tu profesión por humilde que ésta sea”… Aquí podemos aplicar varias herramientas de visión sistémica, tal como el análisis centrado tanto en el medio como en nuestra esencia: ¿Qué queremos? ¿Por qué? ¿Dónde está nuestro corazón? ¿Para qué somos muy buenos?…
La misión surge desde nuestra esencia y máximas fortalezas. Al mismo tiempo satisface una necesidad del medio. También es aplicable a empresas, ciudades y países. También es indispensable evitar las recetas del éxito. Hay personas que fueron exitosas en determinado tiempo, lugar y circunstancia. Desde ese momento y con buena intención, intentan que todos los demás hagan lo mismo, andan con un martillo en la mano y todo lo que ven son… clavos (aunque no lo sean). Se comportan de modo arrogante porque están prácticamente en su primera experiencia (la cual probablemente resultó exitosa por más componentes del azar de lo que están dispuestos a aceptar) y caen (caemos) en la trampa del éxito, realmente se creen más inteligentes y que pueden dar opiniones doctas aún en campos que desconocen por completo… se sorprenden mucho cuando sus relaciones humanas no son como ellos quisieran o tienen planeado.
La respuesta sistémica es explorar en círculos cercanos a nuestro potencial, en algún momento sentiremos ese click donde lo que nosotros podemos aportar cuadra con alguna necesidad del medio (preexistente o descubierta recientemente), donde realmente podamos agregar valor. Explorar el medio significa escuchar a los potenciales clientes, ver como lo hace la competencia y ofrecerles más de lo que esperan, afinar nuestro servicio y adaptarnos con flexibilidad a lo que ellos necesitan, no lo que es nuestro capricho ofrecer (he visto a muchos microempresarios muy molestos porque el mundo no toma en cuenta lo que ellos consideran una excelente oferta que se les ocurrió, sin escuchar a nadie).
Faltan proyectos, sobra dinero…
Con todos estos elementos podemos pensar en plantear un buen estudio del proyecto, realista, flexible y actualizado. La buena noticia es que faltan proyectos, sobra dinero. Una buena señal de que el estudio de proyecto está quedando bien es venderlo más allá de las tres F, lo cual también es todo un desafío de inserción en el medio, de humildad y definitivamente de criterio de realidad.
¿Qué son las tres F?… Family, Friend & Fool. Es decir, si uno convence a alguien más allá de la familia, amigos y tontos, el proyecto es bueno, ¿le parece una buena validación?… Supongamos que no pasa, ¿se trata de una mala idea? No necesariamente, es muy frecuente que los proyectos estén mal planteados, de ahí el auge y la necesidad de aprender formatos de estudio de proyectos y la consiguiente presentación
¿Cómo emprender?
Sin pretender respuestas finales, sino solamente con el fin de encender algunas luces para iluminar el camino, podemos apoyarnos nuevamente en la teoría del caos. Ya que en el corto plazo nuestra capacidad de predicción es alta y en el largo plazo es errática, construyamos planes detallados y validados de corto plazo y sueños y visiones motivadoras para el largo plazo. Siguiendo con los aportes de visión sistémica en cuanto a correr riesgos, ahora sí, es indispensable lanzarse… aceptar el error y el fracaso, porque pueden suceder. La recomendación es prudencia, se trata de riesgos controlados, calculados, nunca un salto al vacío ni acciones al descubierto. La visión sistémica no sólo tiene una perspectiva espacial, sino también temporal, en el sentido de explorar lo que se ha hecho antes y lo que está planeado para el futuro en el campo de estudio que sea.
También la visión sistémica aplicada al emprendimiento sugiere un acercamiento integral: una buena estrategia, un excelente trabajo con las personas que son o serán nuestros colaboradores, procesos de trabajo de clase mundial, estructura organizacional firme, liviana y flexible y la tecnología apropiada (no la más cara y probablemente ni siquiera la última si nuestro negocio no es de tecnología). Si comenzamos un negocio es indispensable tener un kill time, es decir, bajo qué condiciones hay que cancelar el proyecto, por ejemplo, si no da las utilidades esperadas en dos meses. Al realizar un negocio, tenemos que priorizar y motivarnos, sacar fuerzas de lo más profundo de nosotros, por ejemplo, con las máximas creativas, las cuales funcionan como un mantra, de tanto repetirlas se conectan directamente con nuestro inconsciente y nos ayudan en las encrucijadas. Por ejemplo, frente a los proyectos imposibles que debía emprender, Henry Ford decía a sus ingenieros: “Si usted cree que se puede o que no se puede, siempre tiene razón”. ¿Cuáles son las suyas?…
Por mi parte, uso varias:
“No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”
“Cada día tiene su afán”
“Cuando hacemos todo lo posible, Dios nos recompensa con lo imposible”…
“Ojos vemos, corazones no sabemos”
Muchas gracias, por su atención
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICAS
- Cohen, R. (1995). La docencia en la educación empresarial. En Memorias del Primer Simposio Nacional sobre Educación Empresarial (pp. 52-65). Santiago de Cali: ICESI.
- Mill, J. S. (1951). Principios de economía política: con algunas de sus aplicaciones a la filosofía social. México: Fondo de Cultura Económica.
- Kantis, Hugo 2004 Desarrollo emprendedor: América Latina y la experiencia internacional. Bogotá: Nomos.
- ICESI. MEMORIAS VIII Congreso Latinoamericano sobre Espíritu Empresarial. Publicaciones. Cali. Abril - Junio de 1994.
5. Universia.es. Planificar y definir el futuro negocio. jueves, 24 agosto 2006.
En este sentido, emprendedor se deriva de la palabra entrepreneur, que aparece originalmente en la lengua francesa a principios del siglo XVI para designar a los hombres relacionados con las expediciones militares. A principios del siglo XVIII, los franceses extendieron el significado del término a otros aventureros como los constructores de puentes, los contratistas de rutas y caminos y los arquitectos. En su origen, la palabra entrepreneur estaba asociada con una acción de envergadura que implica, entre otras cosas, aventura, incertidumbre y riesgo. Entrepreneur “quiere decir ¡hacer!” (Cohen, 1995, p. 52).
La capacidad emprendedora se asocia con la idea de creación de negocios o empresas lucrativas. Una revisión bibliográfica (comentarios, temarios, congresos y artículos) lleva a constatar que se alude indistintamente a la capacidad empresarial que a la emprendedora. Al tratar de identificar las características que tendrían los emprendedores, se encuentra que se hace referencia a las mismas características atribuibles a los empresarios.
La palabra entrepreneurship se toma en general como el “espíritu empresarial” o el “ethos de empresa”, es decir, la capacidad, la habilidad y la competencia de los emprendedores o entrepreneurs para crear o mejorar unidades productivas o de servicios.
Desde el enfoque de la escuela neoclásica, tenemos que nos dicen; que el entrepreneurship tiene una relación directa con las habilidades y el comportamiento del emprendedor. Así, Knight le asigna a este una labor como coordinador o administrador dentro de la dinámica de la empresa. Por su parte, para Clark y Marshall, el emprendedor es una persona con habilidades directivas, donde el primero complementa su definición al asignarle al emprendedor una visión empresarial, mientras que el segundo da a entender que este es, igualmente, un trabajador superior que puede asumir el papel de gerente.
Es preciso concebir al emprendedor como un hombre de gran energía, dotado de capacidad para establecer nuevas combinaciones de factores psicológicos, culturales y económicos, capaz de superar la aversión al cambio y la innovación propia de grupos sociales tradicionales, modificando el mundo y creando uno nuevo, lo cual sintetiza en un proceso económico de “destrucción creadora”, esencia del emprendedor. Y por exclusión, también puede afirmarse que el no emprendedor es quien más bien se dedica a reproducir los esquemas del medio, a jugar con las mismas reglas del juego que están vigentes y a depender solo del entorno para la realización de sus negocios. Bajo los anteriores puntos de vista, normalmente es el emprendedor el mismo creador de empresa, mientras que el no emprendedor usualmente no tiene vocación para ser creador, sino un reproductor de esquemas en el medio.
Para Mill, el progreso empresarial se descompone en tres aspectos: aumento del capital, aumento de la población y mejoras en la producción. Bajo la influencia de Say, se esfuerza por resaltar que el empresario requería una capacidad especial, pero no la precisa de manera puntual. Afirma que el empresario debe: … tener una remuneración por su tiempo y su trabajo. La dirección de las operaciones comerciales e industriales suele recaer en la persona que suministra la totalidad o la mayor parte de los fondos con los que se realizan, y que, casi siempre, es la única interesada o la más interesada (al menos directamente) en el resultado. Para ejercer esta dirección con eficiencia, si la empresa es grande y complicada, se precisa una gran asiduidad en el trabajo y con frecuencia una habilidad más que ordinaria. Esta asiduidad y esta habilidad tienen que remunerarse (Mill, 1951, p. 360)
Los motivos que llevan a las personas a emprender son diversos. Hugo Kantis, reconocido especialista en el tema Pymes y emprendimiento, catalogó las siguientes motivaciones iniciales de los fundadores de empresas dinámicas para países como Argentina, Brasil, México, Chile, Perú, Costa Rica y El Salvador (2004: 42): - Lograr la realización personal - Poner en práctica sus conocimientos - Mejorar su nivel de ingresos - Contribuir a la sociedad - Ser su propio jefe - Ser adinerado - Ser como un empresario que admiraba - Obtener status social - Seguir la tradición familiar de estar
en los negocios - Estar desempleado - No poder estudiar
Los emprendedores de países emergentes están tomando un nuevo posicionamiento en el entorno mundial. Se han dado cuenta de que la única forma de crecer sostenidamente y de reducir la brecha con los emprendedores del mundo industrializado es internacionalizar sus compañías. La firma Mittal Steel, propiedad de Lakshmi Mittal, empresario de origen hindú, constituye un excelente ejemplo, pues compró la siderúrgica europea Arcelor por veinticinco mil millones de euros, convirtiéndose en el líder mundial del acero. En nuestra región también operan prominentes emprendedores como Carlos Slim, quien es hoy el tercer mayor millonario del mundo. «El hombre más poderoso de América Latina ama la pintura y es un profeta del pensamiento desarrollista. Carlos Slim comenzó a amasar su fortuna de USD 14.000 millones en México en el negocio financiero y comercial. Le dio consistencia cuando compró Telmex, su nave insignia […]» (América Economía 2004: 33). Otros magníficos empresarios emprendedores son el brasileño Ozires Silva, fundador de Embrear; el chileno Ricardo Claro, de CSAV; el colombiano Julio Mario Santo Domingo, del Grupo Bavaria; el venezolano Gustavo Cisneros, de Eccelera; y nuestro compatriota Gastón Acurio, entre otros.
El emprendimiento es la actividad que involucra el proceso de creación de nuevas empresas, el repotenciamiento de las actuales y la expansión de las firmas en los mercados globales, entre otros aspectos clave. Guarda una estrecha relación con la dinámica productiva de los países, el crecimiento económico, el desarrollo social y la formación de una fuerte cultura empresarial necesaria para el progreso. Ahora se utiliza frecuentemente el término espíritu empresarial como sinónimo de emprendimiento.
CARLOS BUSTILLO PEÑA
Estudiante de Derecho Diurno
Universidad Libre Sede Cartagena 2008
Auxiliar de Investigación CIULCAR
Coordinador del Grupo