jueves, 24 de abril de 2008

Los hermanos de Tito Bustillo inauguraron ayer las visitas VIP a la gruta de Ribadesella para conocer las cavidades que no están abiertas al público e

Vamos a recordar lo que hace algún tiempo olvidamos», decía Gerardo, el hermano de Celestino Fernández Bustillo (Tito Bustillo), minutos antes de comenzar, junto con más familiares, una visita guiada VIP a la cueva riosellana que, el pasado fin de semana, celebró su 40 aniversario.Gerardo, Enrique, Jorge y Eloisa Fernández Bustillo (hermanos del malogrado descubridor, Tito) y Gela Macías, María Luz Celemín y Maite Olaizola (cuñadas) iniciaban ayer la primera de las visitas que se permitirán cada sábado para grupos reducidos de 6 personas. En este recorrido VIP hay algo distinto. Los visitantes pueden acceder a zonas de la cueva de Tito Bustillo donde no llega el resto del público.El conservador de la cueva, Alonso Millara los guió ayer en este novedoso recorrido para los privilegiados visitantes. Entre ellos, iba una descubridora: Eloisa Fernández Bustillo. «Todos conocemos la cueva bastante bien», explicaba antes de entrar. «Hemos entrado más de una vez por la cima y visitado la gruta en infinidad de ocasiones». Pero «hoy veremos lo que se puede ver rara vez y a lo que se accede con dificultad», comentaba un tanto emocionada. Y también orgullosa, como sus hermanos, de ser los primeros testigos de las maravillas que esconde la gruta descubierta en 1968. «Aún siguen descubriendo cosas, es maravilloso», comentaban.Eloisa recuerda el día del descubrimiento con cariño, pero no por la historia que se desencadenó del mismo, «para mi Tito (además de su hermano) era mi compañero de aventuras, de espeleología», decía. Y eso fue el descubrimiento, «una aventura» que primero observaron con incertidumbre, «como una broma». Pero, más tarde, se dieron cuenta de que acaban de marcar un punto de inflexión en la historia. «Aquel día disfrutamos de lo que estábamos viendo», recuerda. Y eso mismo fue lo que hicieron ayer. Después de dos horas de visita salían encantados. «Nos han enseñado cantidad de novedades», explicaba entusiasmada Eloisa. «Ha sido una experiencia preciosa». «A pesar de que hemos estado aquí muchas veces, acabamos de descubrir otro mundo en esta cueva», decía Gerardo. «Aquí cada día hay más cosas que ver», reiteraba. Pero, ¿qué sensación produce descubrir un terreno pisando el que ella (Eloisa) descubrió hace tiempo? «Un respingo», resume riendo Enrique. Es «una emoción» difícil de expresar y un privilegio que pocos pueden tener. Durante la visita, su hermano Tito parecía estar a su lado. Pisando cada zona de la gruta que poco a poco van descubriendo por el camino que marcó aquel grupo de espeleólogos en el que él se encontraba.«Ha sido entrañable y se la recomiendo a todo el mundo que pueda hacerla», decía Gerardo a la puerta de la gruta. Pero, ¿qué fue lo que más les impacto? «Tal vez las bulbas que no las conocíamos, a mí -dice Enrique- me han sorprendido gratamente».«Las manos», son las preferidas por Eloisa. «Nunca las había visto», dice. «Pero lo que más me gustó fue el gran panel porque lo hemos visto figura a figura, Millara nos lo ha explicado muy bien».Han entrado a la cueva decenas de veces, pero tal vez anteriormente no portaban en su alma el reconocimiento que se les brindó el fin de semana pasado. La de ayer fue una visita especial que hizo remover aquellos años en los que jugaban a la espeleología y soñaban con ser aventureros.Incertidumbre«Recuerdo los primeros momentos del descubrimiento», dice Eloisa. «Bueno, en realidad lo primero, la bajada, produjo en mí una sensación de miedo, que es lo que tuve exactamente, para que te voy a engañar», explica riendo. Pero después, «ahora en serio, vas viendo formaciones de estalactitas maravillosas y cuando llegamos a las pinturas sentí mucha emoción e incertidumbre por si serían o no de verdad».Y algo similar fue lo que ayer sintió al ver la parte nueva que nunca había visitado. «Fue algo parecido aunque nunca será lo mismo, hoy -por ayer- nos faltaba aquel toque de aventura», decía riendo. «Antes era espeleología, hoy es arqueología», dice.La descubridora del grupo Torreblanca se lleva un grato recuerdo de Ribadesella. «Los actos que se hicieron el pasado fin de semana fueron muy positivos y entrañables, sentimos el cariño de todo el mundo», recuerda. «Nos han emplazado para dentro de diez años, a ver cómo llegamos», afirma entre risas.La familia de Tito Bustillo opina que el nuevo sistema de visitas reducido «es estupendo porque hay personas interesadas, expertos que podrán acceder a esta zona que nadie más ve», explicaba Eloisa. Dicen los hermanos Fernández Bustillo que la cueva, sobre todo su nombre, es para la familia motivo de «satisfacción, orgullo y honor». A ella les unen más lazos que los históricos, pero esos son un secreto entre ellos y las húmedas paredes de la gruta riosellana.

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